En el pasado, pensaba que mi vida se tenía que desenvolver en ganarle tiempo al tiempo. En las capacitaciones que hice sintiéndome débil porque era lo que me recomendaban. Terminando frustrada, decepcionada y diciéndome no sé cuántas cosas que me hacían más daño. Quería una nueva manera de vivir, pero no sabía cómo.
Y no solo era la carrera contrarreloj. Además, batallaba por querer hacer perfectamente lo que no sabía hacer para obtener unos resultados desalentadores. ¡Cómo podría ser de otra manera!
Quería hacer lo que otros hacían con fluidez lo cual a mí parecer era lo perfecto. Eran mayores mis temores porque todo saliera impecable, que al final me paralizaba y nada concluía.
Ese era mi círculo vicioso, querer emprender y de un jalón obtener los mejores resultados.
Así era mi vida, cuánta frustración. Por ejemplo, mis hermanas son muy diestras en el arte culinario. Sus platillos y postres, muchos de categoría gourmet, y yo en mi primer intento, quemé todo. De inmediato me etiqueté de no servir para nada. Por cierto, no procedió de ellas, sino de mí misma.
Hoy día con otra visión, mi vida sigue como un péndulo entre el amor y el miedo, sin juicios. Mirando mi pasado aterrada anclada en el miedo. Miedo a casi todo, a no realizar las cosas perfectamente. Fui mi más grande enjuiciador. ¿Acaso podría haber sido productiva de esa manera?
Mi nueva manera de vivir
Decidí poner mi mente en modo reaprender, lo cual me llevó a pensar en un recién nacido. A enfocar mi vida desde el corazón, reconociendo mis debilidades, siendo auto empática y auto compasiva.
Un niño recién nacido está a merced de lo que va necesitando, lo que le ofrecen y de lo que va aprendiendo. Lo primero es el nacimiento traumático y doloroso, luego el primer grito para aprender a respirar. En la vida todo es un permanente aprendizaje, muchas veces sufres en el proceso y luego vienen los gozos. Todo lleva un ritmo, un paso a la vez.
Hoy con más sosiego, sin detenerme, me siento más productiva que antes. Estoy aprendiendo como un recién nacido en los brazos de Dios todo misericordioso y amoroso.
Y no hay juicios, solo compasión y rectificación. Haciendo lo que me propongo desde el sano amor, manejo mejor mis tiempos sin agobios ni cansancio. Cada vez se suman resultados alentadores que me llenan de paz. Poco a poco estoy construyendo una nueva manera de vivir, sin prisas ni expectativas.
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Vídeo ¿Qué hacer si ya estás harta de vivir con miedo?
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