La presencia de mi divinidad es esencial al momento de manifestar procesos en mi vida.
En la oración generalmente le pedimos a Dios la gracia de manifestarse en nuestras vidas. Pensando y anhelando la bendición como resultado. O tal vez como el respaldo que Él nos puede dar en situaciones determinadas. Quizás no dé la solución de nuestros problemas o la satisfacción de las necesidades.
Es cierto y son ejemplos válidos de cómo Cristo se puede manifestar en la vida de cada una de las personas que le ama porque la bendición y la provisión siempre están presentes.
Las manifestaciones de Dios debemos verlas desde una perspectiva de enseñanza, porque todo tiene el fin de que aprendamos algo y que atesoremos para la vida, y terminada esa lección el gran amor incondicional es único, diferente, especial y con un propósito, es resultado del amor ágape que él siente por cada uno de sus fieles.
¿Cómo discierne las manifestaciones de Dios en tu vida?
Cuando una persona viene a su Dios y pone el control de su vida en sus manos, una de las primeras manifestaciones es la paz, sentirá un alivio inmenso ante la carga que lleva y se sentirá más liviano.
En ese instante comienza con una vida nueva y renovada, que no tiene origen en nosotros sino en Dios o nuestra Divinidad.
Para muchos otros seres humanos la realización de todos tus sueños comienza con la intención y el deseo.
La realización de todos tus sueños comienza con la intención y el deseo. La Ley espiritual de la intención y el deseo establece cinco pasos para cultivar y lograr tus intenciones con gracia y facilidad.
A continuación, extraemos unas enseñanzas de nuestro querido Deepak Chopra, en donde nos dice que “nuestro destino proviene básicamente del nivel más profundo de deseo y también del nivel más profundo de intención.
Los dos están unidos indisolublemente. Una intención es un impulso dirigido de la conciencia que contiene la semilla de lo que te propones crear. Al igual que las semillas reales, tus intenciones pueden crecer si no te rindes. Solo cuando liberas tus intenciones en las fértiles profundidades de la conciencia, estas pueden crecer y florecer. La Ley espiritual de la intención y el deseo establece cinco pasos para cultivar y lograr tus intenciones con gracia y facilidad. A continuación, te ofrecemos una síntesis de la ley.
Ley espiritual de la intención y el deseo
Paso 1: que tus intenciones y deseos sean claros. Desarrolla una clara visión de lo que quieres y sé específico con tus intenciones para que el universo tenga una estructura clara para trabajar.
Paso 2: entra en un estado de conciencia en calma. Es importante pasar tiempo todos los días aquietando la mente y conectando con la conciencia atemporal y la paz que es nuestra naturaleza esencial. Una de las formas más poderosas de entrar a este espacio de conciencia expandida es a través de la práctica habitual de la meditación. Este es el estado ideal en el que plantamos nuestras semillas de intención.
Paso 3: libera tus intenciones y deseos. Podemos visualizar nuestra intención, repetirla en silencio, o sentirla en nuestro cuerpo, y después la dejamos ir, y así plantamos nuestra semilla de intención en el campo infinito de todas las posibilidades.
Paso 4: suelta el resultado. Este paso nos pide que renunciemos a nuestro apego a un resultado específico y vivamos en la sabiduría de la incertidumbre. El apego se basa en el miedo y la inseguridad, en tanto que el desapego se basa en creer sin reservas en el poder de nuestro verdadero yo. Ten la intención de que todo funcionará como debería hacerlo, las dudas o las críticas de otras personas influyan en ti.
Este es un camino de muchos pasos pequeños, un proceso en el que reemplazas reacciones automáticas por mayor conciencia. Sé amable contigo y da un paso a la vez.
Paso 5: deja que el universo se encargue de los detalles. Tus intenciones centradas ponen en movimiento el infinito poder organizador del universo. Confía en ese infinito poder organizador para que ocurra la plena realización de tus deseos.
Como ves todo se complementa… ahora ya puedes comenzar a recibir la gracia de manifestar.
Ver también ¡La intención es conciencia creadora!
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