Cuando un paciente con una condición crónica como dolores articulares, por ejemplo, visita a un médico reumatólogo, recibe un diagnóstico de Artritis Reumatoidea. Ningún médico se encuentra en capacidad de responderle a la pregunta de por qué se enfermó. Lo más que podría decirle es que es una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo se autoagrede. ¿Pero por qué ocurre esto? ¿Qué le pasó al organismo que ahora actúa de esta manera tan anormal?
Estas son preguntas sin repuesta. Mucho menos podría relacionar el problema actual con enfermedades pasadas que fueron tratadas y efectivamente “curadas”. Además, cuando tuvo amigdalitis u otitis, visitó a un otorrinolaringólogo. Y cuando presentó trastornos alérgicos visitó al alergólogo. Quienes cumplieron y lo “curaron”.
Ahora, cómo podríamos esperar que el reumatólogo encontrase alguna relación. Quizás para entender que lo que presenta ahora es producto de una larga historia de intoxicación. Una agravación progresiva en la cual hasta los médicos han contribuido.
Toda enfermedad crónica tiene una larga historia. Puede que haya comenzado con las toxinas que ingresaron en las inmunizaciones de la infancia. Siguió con las otitis y las neumonías, los eccemas y dermatosis. El acné juvenil y quien sabe que otro intento de desintoxicación que fue suprimido médicamente.
El reflejo de una vida
Pero, qué se puede esperar, por lo general, cuando alguien enferma y acude al médico. Va en busca de un diagnóstico y de un tratamiento específico. Qué pasaría si en su lugar, el médico le dijese que representa una amigdalitis aguda pero que no le va a indicar antibióticos ni antiinflamatorios porque el organismo se está defendiendo y se está depurando. Que después de recuperarse va a quedar en mejores condiciones que antes de esa “crisis curativa”. Le indica unos gargarismos antisépticos y unos globulitos de azúcar que dice son un medicamento homeopático que se llama Mercurius solubilis D4. ¿Qué pensaría usted?
Al reprimir o interferir los mecanismos autosanadores mediante fármacos, colaboramos con la creación de trastornos crónicos y degenerativos.
Dr. Efraín Hoffmman