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¿Sienten los objetos?

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El orden representa el reflejo del alma, lo que somos, incluso de cómo nos sentimos. Estas premisas recurrentes se remontan a antiguas creencias. Y cada vez, cobran mayor vigencia con estudios recientes a nivel científico.

¿Te has preguntado alguna vez si los objetos sienten?

 

Entre el siglo VI d.C., se introdujo a Japón la religión Shinto o Sintoísmo. Difícil de explicar por carecer de un maestro, fundador o guía, pero muy firme en sus preceptos.

Explica que todo posee un espíritu. Kami significa literalmente, los seres situados más arriba. Los cuales otorgan vitalidad y un alma individual a todo lo que habita a través de un soplo. Los objetos, seres y espacios con diferentes grados de intensidad. Continúan permaneciendo fieles al Kami de quien reciben la vida. Así, una montaña tiene un Kami específico y todo lo que la compone, la alberga o permea. Pertenece a una misma identidad.

Curiosamente, los Sioux y a pesar de las distancias geográficas, manejan un concepto parecido. Al considerar a cada objeto importante. Por establecer la correspondencia metafísica entre este mundo y el mundo interno. Para ellos todo tiene un poder, según el grado de la realidad espiritual que refleja. Objetos para hacer el “bien” u objetos para hacer el “mal”. Y todo pertenece al Gran Espíritu.

Pertenecemos a un Gran Espíritu

 

Rupert Sheldrake, bioquímico y biólogo británico, expone en su libro “Una Nueva Ciencia de la Vida”, 1982. La teoría de los Campos Mórficos. Cuyo significado explica la organización de moléculas, células, cristales, sistemas biológicos (campos morfogenéticos). También otros tipos de campos que organizan las conductas y los grupos sociales. Estos sistemas de organización pueden determinar porque los cambios dependen más de estos hilos conectores.  A nuestros campos de origen que a la voluntad personal. Los campos mórficos poseen una memoria interna establecida por resonancia mórfica. Es decir, la frecuencia a la que se pertenece por características afines al grupo.

Hellinger creador de la Terapia de Constelaciones Familiares, toma de Sheldrake. Interconecta la Teoría de los Campos Mórficos a sus investigaciones. Establece tres leyes fundamentales que deben prevalecer en las relaciones. Para poder hacer crecer el amor de forma duradera, sana y alegre.

Así que, desde la sutileza de las cosas, de los espacios, del alma, pareciese existir una estructura superior. Que nos instaura gentilmente. Que al no manifestarse se traduciría en desamor, ira o en el mejor de los casos indiferencia.

Imagina por un momento que eres una fuerza superior, te preguntaría:

¿Quién ordena mis espacios?

 

En caso de qué los objetos “sintieran”. ¿Estaría yo garantizando su preservación? ¿Está mi vida lo suficientemente en orden para continuar mi evolución?

Tal como tratamos la energía ella retorna a nosotros. Todo vibra, todo ES. Pareciese existir un orden natural preestablecido en las esferas sutiles. Una fuerza mayor que jerarquiza para que el entorno, los objetos o incluso la especie, se comporten de un modo inteligente. No solo a nivel físico, sino además a nivel mental y/o espiritual.

Empezar a ordenar nuestro espacio interno o nuestro armario, determinaría una acción consciente. El deseo de colaborar con esa estructura superior que todo lo ordena llamada Kami, Gran Espíritu o Campo Mórfico. Y que finalmente, ya tiene una estructura a nuestro favor. Por lo que sólo podemos contribuirle o ir en contra. Según la resonancia que indique nuestra capacidad de voluntad.

A veces y aún en espacios muy ordenados tenemos la sensación de no pertenecer o sentir que no es nuestro lugar.

Incluso podría tener la sensación de no pertenecer al propio cuerpo a la historia de vida que se está vivenciando.

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