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¿Por qué algunas Personas son Desagradecidas?

ArmoníaF Team Saber Estar Leave a Comment

Yo recuerdo en muchas ocasiones sentirme devastada por la forma como las personas reaccionaba ante eventos. Pues a mí me parecía debían reaccionar diferente. Por ejemplo, dejar de hacer alguna cosa importante por mí para ir a ayudar a una amiga. O pasar tiempo extra en el trabajo para mi jefe, ofrecer recursos a quien me parecía necesitarlos. Para luego darme cuenta de la forma ingrata que se comportaban.

¿Alguna vez te ha sucedido algo así? ¿Que sientes que das y como que lanzaras ese esfuerzo a la nada? ¿Qué la gente no agradece lo que haces por ella?

En el libro los Órdenes de la Ayuda, Bert Hellinger expone cinco Órdenes para Ayudar. Y en este sentido, uno de los aspectos es, no ayudar a quién no pide la ayuda. Es decir, no podemos ser salvadores, mamás y papás de la humanidad.

Los procesos de Vida de cada ser humano son sagrados. Cada alma antes de llegar al cuerpo tiene un propósito claro para sí misma. También para su sistema familiar y para el sistema colectivo al que pertenece, incluso para su espíritu.

Si alguien nos pide ayuda podemos ver si está al alcance o no dársela. Pero ofrecer o desear que alguien cambie solo porque nos parece que la está pasando mal, es una injerencia energética. A la larga tiene un alto costo emocional en las relaciones. Es diferente, al que pide la ayuda y se le da, para luego desecharla, que también hay casos, pero estos en realidad son pocos. Y, de cualquier modo, este tipo de experiencias también tienen un aprendizaje significativo. Sobre todo en cuanto valoramos nuestros recursos y a quiénes los ofrecemos.

Personas que no piden ayuda

 

Ayudar sin que nos sea solicitado, no solo descompensa a quién da sino al que recibe. El que da se descompensa y el que recibe pierde fuerza en su propósito de vida. Sin embargo, en ocasiones el que recibe puede vivir con sus circunstancias. Por lo que recibiendo sin necesitarlo se vuelve “ayudador”. Ya que quien ofrece la ayuda es quien realmente no puede con la circunstancia y por ello da.

El otro aspecto en el momento de ofrecer ayuda es dar de lo que tienes, no de lo que te falta. Te sobra tiempo, puedes dedicar tiempo a otros. Tienes información puedes entregarla; tienes dinero dona, puedes ofrecer empleo a alguien necesitado ofrécelo. Pero siempre respetando la primera Ley: ¿te han pedido ayuda?

Ayudar respetando los límites del dar y tomar, doy de lo que tengo no de lo que me falta y, al dar tomo exactamente lo que necesito. Ni más ni menos, para establecer equilibrio.

A veces la ayuda más poderosa consiste en no dar. Y así el otro desde la más noble dignidad puede crecer en la construcción de su destino. Ahora, cuando veamos a los otros como desagradecidos, la pregunta es: ¿podía él o ella con su circunstancia? ¿me pidió ayuda? o ¿era yo quién necesitaba cambiar la situación? La fuerza del dar está en ver con grandeza al que recibe. Ambos seres al servicio de algo mayor.

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