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Neuroeconomía: La ciencia de las decisiones

Joselyn Quintero Armonía Financiera Leave a Comment

Durante siglos se ha pensado que el cerebro contiene un universo en sí mismo. Ya los griegos se reunían para hablar acerca del conocernos a nosotros mismos y cómo aprender a manejar las situaciones en pro de nuestro bienestar. Pero no es sino a finales del siglo XXI cuando esto se comenzó a comprender. La forma como pensamos cobró valor científico: a esto se le llama neuroeconomía.

Cómo llegamos a ella

 

Se llegó por dos vertientes: una tecnológica y otra descriptiva. Por un lado, la tecnología ha permitido el desarrollo de poderosos escáneres que son capaces de identificar y medir los órganos y hormonas durante el proceso de decisión. Otra consideración, la existencia de evidencias en las ciencias sociales que cada vez son más complejas de describir. Por ejemplo, que somos racionales y tomamos decisiones para nuestro beneficio.

Poder ver el cerebro en acción y contrastarlo con lo que decimos que hacemos. Esto nos permite predecir si nos estamos saboteando, con 6 segundos de diferencia. Esta es la cantidad de tiempo promedio en que una decisión tomada por nuestro cerebro llega a nuestra conciencia.

Un Psicólogo Nobel de Economía

 

La economía tradicional logra un punto de inflexión justo en el año 2002. Cuando el psicólogo israelí (y nacionalizado estadounidense) Daniel Kahneman se convierte en el primer psicólogo en recibir un premio Nobel de Economía. Al lograr describir científicamente cómo atentamos de forma sistemática y predictiva contra nuestro propio bienestar. Eligiendo cosas de las que no tenemos idea.

Pero este no es su único aporte, sino que además se convierte en el padre de la neuroeconomía. No sólo describiendo el proceso exacto como decidimos, sino también poniendo al mismo nivel la intuición y el impulso. Ambos como sistemas paralelos para tomar decisiones rápidas, en entornos de incertidumbre o falta de información.

Sistemas de Decisiones

 

Toda la teoría de las decisiones de Kahneman se resume a dos sistemas:

  • Sistema I o sistema de decisiones rápidas, que está diseñada para la sobrevivencia (impulsos) y la evolución (intuición). Este sistema tiene la capacidad de tomar control de la situación sin “pedir permiso”. Es el que utilizamos la mayor parte del tiempo. ¿Cómo diferenciar de las decisiones impulsivas de las intuitivas? Los impulsos son fuego ardiente, mientras que la intuición es un calor relajante.

  • Sistema II o sistema de decisiones deliberadas, que forma parte de nuestros últimos procesos como especie humana. Nos permite el análisis (razón). Este sistema se encarga de revisar con calma las alternativas y profundizar en cada una de ellas. Prever posibles resultados y tomar aquella que más beneficios genera. Pero este sistema actúa por “invocación” porque además de no funcionar en automático, consume enormes cantidades de energía.

La calidad de nuestras decisiones tendrán mucho que ver con la forma como las tomemos. Para ello es importante aprender a calibrar nuestros sistemas, para lo cual se hace necesario una sola cosa: consciencia.

Escrito por

Joselyn Quintero

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Asesora Financiera con especialización en Psicología Financiera y Neuroeconomía. Creadora de ArmoníaF y Mandala de Negocios. Convirtiendo el dinero en una herramienta de bondad y amor para el bienestar del mundo.

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