La Medicina se ha definido como “el arte y la ciencia de curar”. Y aunque se base en ciencias exactas como la biología, la química y la física, y utilice el método científico, esto no la convierte en una ciencia. El problema es que el sujeto y el objeto de estudio son el mismo ser humano. Esto, sumando a nuestra complejidad introduce una serie de variables de orden humanístico que a veces son imponderables e incontrolables. Generando imprecisión en el acto médico. Por tal razón, el médico tiene que hacer de su oficio un arte.
Quienes hemos estudiado medicina, seguramente que recordamos un aforismo que se nos enseñó en la escuela. El cual, genera siempre cierta incertidumbre, sorpresa y desasosiego en quienes lo escuchan por primera vez (sobre todo si son pacientes). El mismo dicen que: “En medicina 2+2 no es igual a 4”.
Tal vez en veterinaria si lo sea, pero no en medicina. La condición humana es algo más compleja y profunda que la de los animales y las plantas. Por ello, los fenómenos no se producen con carácter universal como corresponde a toda ciencia. Esa es la razón de que en la práctica, el tratamiento que puede servir para tratar a un paciente de alguna enfermedad, muy probablemente no ayude a otro que padezca de lo mismo.
Esto también nos recuerda otra máxima que dice que “no hay enfermedades, sino enfermos”. Yo pienso que es más preciso afirmar que ¡hay enfermedades y hay enfermos! Por eso no puede haber recetas genéricas. Pues, lo que favorece a uno pudiera más bien perjudicar a otro. Cada ser humano es único y necesita ser tratado especialmente como tal.
En medicina, resulta ser que 2+2 pueden ser 8 o 10 o cualquier otra cita. Yo creo, que el problema radica en que estamos realizando una suma aritmética simple con las cifras cuando en realidad se trata de una suma algebráica.
En la que existen un factor (x) y un factor (y). Cuyos valores deben ser despejados para poder entender el resultado. Estos factores son desconocidos porque han sido excluidos hasta estos momentos de la labor del médico moderno. Corresponden al espíritu y al alma.
Así que la ecuación más precisamente se expresaría como 2(x)+2(y) es igual 4(xy). Pienso que mientras la ciencia desconozca la existencia e importancia de la realidad espiritual, seguiremos desconociendo el valor de (x) y de (y). Así que al plantearnos mal el problema, los procedimientos médicos tendrán ineludiblemente resultados imprevisibles e indefinidos.
Si los ponderásemos, probablemente que entenderíamos por qué la suma nos da 8 o 10 o cualquier valor.
2(x) + 2 (y) = 2 (x+y)
Ejemplo
Alma (x) = 3
Espíritu (y) = 2
2 (3) + 2 (2) = 10
Mientras se ignore las necesidades del alma y del espíritu médico pueden ofrecer resultados imprevisibles.
¿Qué sabemos?
En 1928 el Dr. Gurwig realizó un experimento mediante una balanza súper sensible. La cual media el peso de los individuos justo antes y después de morir. Los resultados le mostraban que había una frecuencia de 20 a 40 miligramos de peso. Lo cual, le hizo pensar que la diferencia de peso correspondía a la partida del alma con la muerte. Este experimento nunca fue considerado que había cumplido con todo el rigor como para ser concebido como un hecho científico.
Así que, desde siglo XVI el mundo científico cartesiano ha seguido ignorando la existencia del alma y del espíritu. Simplemente porque no cuenta con instrumentos capaces de verlos, de medirlos o de pesarlos.
Pero, un nuevo conocimiento ha surgido en el ambiente científico de alto nivel. Porque un médico, un científico, titular de la cátedra de psiquiatría de la Universidad de Miami y jefe del departamento del Mount Sinaí Hospital, quien había publicado para ese entonces numerosos artículos en Journals Internacionales de medicina se encuentra con un fenómeno desconocido. Tuvo una paciente llamada Catherine a quien trataba mediante hipnosis. De repente, empieza a hablar de hechos y vivencias intensas que no coinciden con su historia de vida.
El científico investiga el fenómeno con todo el rigor del caso. El hecho vuelve a repetirse en las citas posteriores. Luego, fue capaz de reproducirlo en otros pacientes. Su conclusión fue que los pacientes experimentaban regresiones a vidas pasadas. El hecho conmociona su vida totalmente. Ya que además, recibe mensajes de carácter muy personal y espiritual dirigidos a su persona a través de Catherine por parte de entidades espirituales.
Todo lo que nos ocurre adquiere sentido en el momento en que logramos contemplarlo en un contexto espiritual.
La importancia de lo espiritual
El libro que narra estos hechos se llama “Muchas vidas, muchos sabios”. El procedimiento no tiene nada de novedoso. Ya que fue aplicado en los templos egipcios y griegos por los médicos-sacerdotes de entonces. También ya otros médicos y terapeutas habían descrito, investigado y publicado sus experiencias con anterioridad. Ninguno de ellos tenía un peso específico de tanta relevancia y credibilidad en el mundo científico.
Por supuesto que no hay manera posible de poder comprobar la veracidad de estos hechos. Pero el valor terapéutico es el argumento clínico que da validez al procedimiento. Ya que ha permitido la curación de los síntomas y problemas que estos pacientes padecían. Los cuales se habían resistido a sanar mediante los procedimientos psiquiátricos convencionales aplicados con anterioridad.
Por ejemplo: una persona con aversión al fuego descubre que en una vida pasada murió quemado en la hoguera. O una persona claustrofóbica identifica haber muerto por encierro y asfixia. Luego de este descubrimiento, los pacientes aprenden a convivir con el fuego y los lugares encerrados.
Nada es injusto, nada es un error, no hay accidentes, todo es una consecuencia.
Dr.Efraín Hoffman.
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