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La Transición Natural de la Vida

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Vivimos en una transición permanente. Es algo maravilloso que nos ocurre constantemente a los seres humanos. En ello es importante comprender que no es algo que podamos calificar, de bueno o malo. Solo ocurre como factor de vida permanente.

Experimentamos esa constante y si lo comprendiésemos tendríamos una vida plena, llena de momentos extraordinarios.  Por ejemplo cada etapa de vida nos deja una huella particular. La infancia con su maravillosa inocencia, la adolescencia con su descubrir de sensaciones. Luego, la juventud con la materialización de nuestros primeros deseos, la madurez que nos hace vivir la sabiduría de nuestras experiencias. Y nuestros años dorados la máxima expresión de nuestra verdadera elección de cómo finalizar nuestro tiempo en esta tierra.

Ojalá la raza humana viva cada vez más considerando que vivimos en una transición permanente. Y que podemos hacer que ello sea absolutamente placentero. Que si de pronto nos aborda la sensación de inestabilidad solo es por la emoción del inminente cambio.

También vivimos la transición del amor en los  diferentes espacios de la vida humana. Ese amor que nos da la posibilidad de redimensionar la historia que vinimos a escribir en el planeta. De ser seres individuales pasamos a formar pareja y luego a construir  familias que hacen posible la continuidad de la raza humana sobre la tierra. Pero es mucho lo que ocurre en cada experiencia. Hay tanto qué contar dentro de cada transición que si nos damos cuenta de todo lo vivido no lo creeríamos.

De ser simples estudiantes pasamos a ser profesionales de diferentes tipos, dentro de una gama de posibilidades infinitas.  Y podemos hacer transición, tras transición en ese proceso profesional hasta lograr identificar aquello que nos da paz y que nos hace inmensamente felices.

Transición es ir de la escalera emocional de grises a la de colores y elegir vivir una vida de bienestar o no.

La transición y la vida

 

Pero creo que la transición más impactante es la que hacemos de la vida a la muerte. Porque ella no se anuncia, no se sabe cuándo ocurrirá. Y ya esa imprecisión nos mantiene en transición permanente. Ojalá alguien nos contara del otro lado. Porque ello involucra el desconocimiento de lo que hay después de la muerte.

Transición hay en el estado de ánimo que experimentamos cada día, pues pasamos por una gama inmensa   de conversaciones infinitas con nuestro otro yo.  Esa persona que vive con nosotros y con quien mantenemos una estrecha vinculación. Ese otro yo puede hacer que nuestra transición sea muy feliz o todo lo contrario. Nos levantamos y nos acostamos con esa voz, en una conversación permanente de transición en transición.

Todo cambia cada hora del día, cada minuto, cada segundo en el que esperamos que la vida se manifieste a través de su más bello follaje. Es la transición del tiempo que se convierte en días, semanas, meses, años. En el cual esperamos vivir intensamente una historia de amor y construir momentos  placenteros.

Pero si nos damos verdadera cuenta, la transición no existe como tal.  Es simplemente la repetición de ciclos a través de la ilusión del tiempo. Donde nuestro cuerpo físico  comienza a descender en vitalidad, es por cierto la única forma de darnos cuenta que existe esa transición.

Soy Diana Albornoz en esta transición hacia los mejores años de mi vida.

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