En tiempos de Pandemia los conceptos de mercadeo, comercio, trabajo, cambiaron drásticamente. Hacer inversiones a futuro, parece no ser una buena idea.
Se paralizaron los planes de concretar logros. Incluso, cuando estaban muy cerca de alcanzarlos.
Lamentablemente, o afortunadamente, todo se detuvo. No solo a nivel laboral, financiero y corporativo. También a nivel personal los costos fueron muy altos. La parálisis hizo presencia, el que había reunido para viajar, dispuso de los ahorros. Los que se iban a casar, suspendieron la boda. La contratación soñada, en el aire. La operación que por fin daba equilibrio, aplazada. Y así, infinidad de casos estrangulados con el anuncio del confinamiento indefinido.
Es realmente muy molesto encontrarse con esto. Casi como el bocado anhelado y al que de repente sin dejar llegar del todo a los labios, retiran.
¿Qué significado más allá de lo evidente tendrá esto? Al parecer no fueron casos aislados, fuimos muchos a los que está situación dejó con ganas del jaque mate.
Por cierto, jaque mate me recuerda el fin. Pero viéndolo de otro modo, probablemente la cuestión sea al revés.
Quizás conseguir esos sueños tan rápido nos hubiese acortado la existencia. ¿Pudiese ser semejante teoría?
La fuerza evolutiva de la especie humana está yendo tan rápido, que quizás eso que nos hubiese costado conseguir toda la vida, ese propósito especial y estrictamente personal en otros niveles vibratorios demoraría determinados años. Casi los exactos del periodo vital según corresponda a cada uno. Y ahora, con tanta información la materialización está al alcance de la mano, mejor dicho, de la emoción y el pensamiento.
De repente, el foco, la proyección, la profunda confianza en conquistar lo deseado, ha propiciado un poder de manifestación bárbaro en la masa colectiva. Rápido, eficaz.
Cada uno de nosotros, bueno, de nuestras almas, vienen aquí con un propósito superior y a su vez con metas episódicas concretas que lograr. Cuando ambas condiciones se cumplen, pasamos de plano, nos volvemos más sutiles, también le llamamos morir.
Entonces, será que la pandemia vino a regalarnos a muchos, más tiempo, un poco más de tiempo 3G. Un ¡espérate!, para que rearmemos nuevos planes y tengamos algo más en que distraernos. Nuevos retos, más acordes a un nuevo tiempo, a una nueva humanidad. Algo más elevado al nivel de resonancia del Planeta.
Inversiones a futuro
No es que no lograremos lo anterior, sino que además hay que sumarle invención y evolución porque en algunos aspectos vamos tarde. Como en el afán de demandar en vez de dar, por ejemplo. Algunos dicen que, la verdadera riqueza en el futuro se medirá por todo lo que hayamos logrado aportar a los otros.
Y sí uno lo analiza, es siempre la misma premisa. Da a otros lo que quieres para ti mismo.
Sobre todo, podríamos empezar por eso de entregar nuestro legado con generosidad.
Sí, este fuese el caso. ¿Desde qué perspectiva miramos a los que sí partieron? Seguramente ya habían cumplido sus preceptos de alma y de cuerpo. Les tocaba porque sí, elevarse a algo superior. Su dominio en este plano ya ha sido logrado.
Hemos sido bendecidos con la generosidad de la pandemia con la permanencia de un tiempo más en esta dimensión. Porque sin duda, ahora tenemos una visión más bonita del valor de nuestras vidas: dar. Encargarnos de que otros tengan más generosa y armónicamente. Dar, como ella nos ha dado un tiempo más.
Lo que das a otros te lo das, lo que quitas a otros, te lo quitas. Que tus inversiones a futuro te acerquen a la generosidad.
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