¿Has tenido experiencias de vida que ya no te motivan pero que “debes” hacer?
Seguro que sí. Todos en algún momento hemos estado en ese punto. Así que mantengamos la calma.
Te cuento: hay una frase que dice que la clave está en que hagas lo que hagas, lo hagas con pasión. Ahora bien ¿cómo se le pone pasión a algo por lo que no se siente motivación?
No es fácil. Sobre todo porque siempre pueden existir intereses inmediatos que causen mayor satisfacción a corto plazo. Incluso porque la actividad que nos exija más ni siquiera nos aporte esa anhelada satisfacción ni inmediata ni a corto plazo.
Como madre no sentía una desbordada felicidad al tener que ocuparme de la comida inclusive los fines de semana. Cuando deseaba descansar un poco más, los chiquitos venían aún más temprano a despertarme porque tenían un apetito voraz. Y aunque haya dejado alguna cosa preparada en la nevera, ellos insistían en que no era suficiente e igual tenía que levantarme a atenderlos. ¿Qué pasión se le puede poner a eso los 365 días del año multiplicado por 5 o 6 veces diarias? ¿Levantarse a hacer ejercicios cuando no se tiene esa rutina? ¿Reuniones laborales a tope durante muchos días seguidos?
Cualquier situación alienante que puedas estar pasando puede convertirse en algo sencillo. Si te fijas bien, siempre existe un beneficio de todo lo que hacemos, aunque no nos guste mucho en el momento. Y resulta ser como los cuadros de figura y fondo con una imagen evidente y otra escondida no tan clara.
Esas imágenes que te muestran una anciana, pero si te fijas bien también aparece la figura de una jovencita. O las holográficas que no parecen mostrar nada, pero al enfocarte aparece una imagen maravillosa.
El truco siempre está allí, ante lo evidente no muy grato se puede esconder tu tesoro.
Quizás por eso nos quedamos allí, inconscientes, dormidos o ciegos haciendo y haciendo como sonámbulos, aquello que parece no gustarnos. En el fondo intuimos qué hay una figura no vista que promete algo realmente bueno.
Ojo, no me refiero a vivir en el dolor, Si te genera dolor, definitivamente, ¡corre!. Hablo de esa especie de resistencia aletargada, que aun así insiste en nuestro ser. Esas experiencias de vida, tómalas como un cuadro de figura y fondo, quédate quieto y deja fluir con docilidad a ver que aparece… algo cambia.
Cambia tus experiencias
Desde soltar la resistencia, ocurre la magia del despertar. Desde la quietud mental del debate surge la imagen de fondo que ilumina las acciones con las que tanto nos hemos debatido.
La acción pasa de ser la anciana amargada a la jovencita seductora. Pregúntate: ¿para qué hago esto? Es un gran insigth. Revisa las respuestas, si se centran en un principio importante, entonces… quédate, persevera.
Algunos principios básicos son la preservación y el respeto a la vida, la búsqueda en la realización personal y la contribución o legado al entorno.
Cuando por fin analicé ¿para qué cocinaba tanto? me respondí desde la consciencia la importancia de ello: -la buena salud de mis hijos-. Así cada vez que me encuentro rezongando recuerdo la verdadera importancia de lo que hago y se acaba el peso de la tarea.
Es despertar y estar realmente atento a todo lo que se hace y con qué fin, aunque no sea inmediato o se perciba a simple vista.
Busca el fondo, no te quedes solo con la figura y hazlo ahora desde tu ser despierto con otra actitud. Es liberador. Aplícalo y cuéntame cómo son tus experiencias @landonegui o @ saberstar.
Ver también Tres claves para vivir conscientemente
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