Todos somos energía. Este es un concepto bastante aceptado a nivel general. No obstante, nuestra conciencia de lo que implica sigue siendo limitada.
No comprendemos la influencia que tenemos entre nosotros. Todavía cuesta manejar que el estado de ánimo y la perspectiva desde donde vemos las cosas, afectan cómo vivimos la vida.
Pero hay un detalle menos considerado. La responsabilidad que tenemos de cuidar nuestra propia energía. Usualmente caminamos con la esperanza que alguien nos cuide. Que manifieste todo su amor evitando que algo o alguien nos agredan.
Sin embargo, la realidad es que te corresponde a ti cuidar de tu energía. Y eso incluye todas sus manifestaciones. Por ejemplo, lo que haces, lo que das y recibes, tu dinero, salud y muchas cosas más.
Aunque te rodeen personas con la honesta intención de cuidarte, nadie mejor que tú para cuidar de ti mismo. Y puede resultar un planteamiento agotador, pero es lo mejor.
La relación entre tu energía y tu calidad de vida
Con frecuencia nos referimos hacia nuestra propia vida desde la pérdida. Lo que no he logrado, el dinero que me falta, los kilos que no he perdido, las vacaciones que no he tomado. Y lo consideramos normal.
Es automático enjuiciarnos con crueldad. Incluso lo consideramos necesario para “mejorar”.
Pero este comportamiento manifiesta el efecto contrario. Nos llena de miedos e inseguridades, tampoco nos da claridad. Atacarnos no nos hace evolucionar, nos condena al lugar en el que no queremos estar.
El cuidado de tu energía implica el tono de tu dialogo interno. Pensar, sentir y necesitar libre de juicios. Aprender a aceptar y respetar a los demás aun cuando existan desacuerdos.
Es reconocer cuando es tiempo para insistir o soltar. Cuando la opción amorosa es retirarte del ambiente en el que te encuentras. Esto no lo puede hacer nadie por ti.
Nota cuánto inviertes en cuidar de tu energía. Con qué frecuencia pierdes tu paz por asuntos fuera de tu control. Reconocer lo que está vivo en ti es todo lo que necesitas. Hasta un próximo encuentro.
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