Muchas veces tenemos pálpitos, presentimientos, intuimos, vemos más allá. Pensamos que estamos en el mejor ángulo de nuestra intuición. Tomamos decisiones basándonos en ella que luego nos hace arrepentirnos y no desear verla ni escucharla nunca más.
Te cuento tres formas en las que puedes aprender a diferenciar tu intuición de tu razón:
Determina cuál es tu canal intuitivo más asertivo y nivela los otros
Percibimos el mundo que nos rodea a través de nuestros sentidos vista, olfato, gusto, oídos, tacto. En Programación Neurolingüística se le llaman canales de acceso. Estas se conocen como canal auditivo, canal visual, canal kinestésico (tacto), canal gustativo y olfativo.
En la mayoría de los casos utilizamos un canal más que otro para ciertas actividades. Por ejemplo para aprender, unos son más visuales que auditivos. Para hacer ejercicio unos son más auditivos que visuales. En el baile unos son más auditivos que kinestésicos. Siempre utilizamos en su mayoría los tres canales, pero para cada actividad predomina alguno.
Entonces, cuando dices que intuyes, ¿cómo lo intuyes? ¿Imaginas algo? ¿Escuchas algo o te dices algo? O ¿quizás sientes? O ¿hueles? Reconocer cómo funciona tu intuición es interesante para darle la bienvenida cada vez que llega. Recuerda ahora alguna decisión o situación que intuiste de forma asertiva y cómo fue (coloca los ojos hacia la izquierda mientras recuerdas), ¿fue una señal auditiva? ¿Una sensación? ¿Una imagen que se vino a tu cabeza?
Así puedes reconocer cuál es el canal preferente con el que intuyes.
Atrapa los mensajes fugaces y poco frecuentes que te inviten a accionar de forma segura
En ocasiones podemos estar haciendo cualquier cosa y de repente sentimos, vemos o escuchamos algo inesperado. Una invitación a hacer algo, dudamos, nos retrotraemos por diferentes razones hasta dejar pasar fugazmente el mensaje.
Cuando esto vuelva a sucederte pregúntate rápidamente: ¿hay algún beneficio si lo hago? ¿Cómo me sentiría haciéndolo? Si las respuestas son satisfactorias deja que salga a hacer gala tu intuición.
Decanta lo que estás percibiendo
Solemos confundir intuición con percepción. Aunque intuir lleva consigo la percepción, la percepción no necesariamente incluye la intuición. La intuición es una mezcla entre la razón y la emoción de forma muy equilibrada. Es la fusión de nuestros hemisferios acoplados finamente para dar una respuesta alineada a vibraciones altísimas del Ser. Viene a visitarnos para darnos respuestas y tranquilidad. Jamás para angustiarnos, o entristecernos. Viene para protegernos, guiarnos y saber agradecerla e identificarla, es abrirle la puerta para que cada día nos ilumine más.
Cuando tu intuición te habla te deja con una sensación agradable, con fuerza para accionar, con serenidad para afrontar. Ella jamás buscará confrontarte con otros, ni impedirte hacer nada que te haga realmente feliz. La intuición es limpia y deja un buen sabor.
Esos pálpitos ansiosos, esos pensamientos fugaces negativos, esas voces de mal tono, son más bien producto de experiencias pasadas o creencias. Jugadas de la mente, quizás, pero no de tu intuición. La intuición une, es holística, globaliza, integra, protege, ama e incluye. Es nuestro sexto sentido elevadísimo que espera acceso a tu realidad.