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La Recompensa está en el Dar

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Siempre había escuchado la frase: “es mejor dar que recibir”. En mi infancia los adultos la pronunciaban con mucha regularidad. Sin embargo, contradictoriamente observaba actos de egoísmo y mezquindad. Hoy puedo decir con propiedad que la recompensa está en el dar.

Después de enfrentarme por largos años con esa paradoja, acepté que yo también actuaba de esa misma manera. Cuesta asimilar alguna enseñanza cuando las creencias y costumbres están instaladas en el inconsciente.

Y no hay mejor enseñanza que las acciones de quienes te rodean. No se aprende con teorías ni con sermones, se aprende con los modelos de tu entorno. Expreso mi sentir sin ánimos de justificarme o culpabilizar a otros.

Siempre me preguntaba, ¿cómo es que es mejor dar que recibir? Para mí era mejor recibir siempre, era ganar.

No obstante, la vida me presentó lecciones, una y otra vez, hasta que asimilé la veracidad de la expresión. La recompensa está en el dar.

Para aprender a dar hay que hacerlo primero con el desapego y el agradecimiento. Y son dos grandes retos que producto de nuestras creencias limitantes nos cuesta asumir.

En muchas ocasiones confundimos desapego con desamor, y no son símiles. En la medida que nos desapegamos más amor practicamos. Entregamos no solo cosas, también entregamos acciones, emociones, sentimientos, gestos, actitudes, comportamientos.

Dar es circular la energía

 

Esta entrega no se refiere a dar lo que nos sobra. Es simplemente proporcionar sin expectativas siempre obrando en función de la necesidad del otro. Eso se llama circulación de tus dones, talentos y bienes.

También es fundamental, aprender el estado de agradecimiento, hoy agradezco a la vida las lecciones que me ha presentado para comprender la importancia del dar.

Cuando las cosas salen bien, conforme a lo que te has planteado, es muy cómodo agradecer, no obstante, el agradecimiento desde comprender los errores cometidos como enseñanzas de vida, eso no tiene precio.

Así como en los equinos, cual eliminación de las gríngolas, cuando internalizamos y tomamos consciencia que la base de la prosperidad se cimienta sobre nuestra abundancia interior, comprendemos que desapegarse y agradecer te pone en el paso inmediato para la entrega.

Y sin darte cuenta, estarás en posición de recibir, en la recompensa. Eso también hay que aprenderlo, a mí me costó mucho asumirlo, estaba en estado de negación, sentía que no merecía recibir.

Ya esa etapa está superada, agradezco las lecciones de vida para nutrirme y abrirme a la recompensa. Al principio me sorprendía de situaciones en la que yo llamaba “como por arte de magia”, hoy sé que es circulación de la abundancia.

El camino está labrado, la alfombra está puesta y la entrega servida. Bendito sea Dios por todo lo que he vivido hasta ahora.

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