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Creciendo junto Contigo, no a pesar de Ti

Joselyn Quintero La vieja medicina del futuro Leave a Comment

La convivencia con otro ser humano es fuente de autoconocimiento. Tener consciencia de ello, propiciando la reflexión y la comunicación, conlleva al crecimiento personal.

Se necesita cierto grado de autonomía y amor propio para no perderse en los otros. Cuando una persona no es responsable de sus estados anímicos, siempre busca alguien a quien culpar de sus malestares e infortunios. El enamoramiento es un proceso biológico, pero el amor es un cultivo diario que requiere madurez. El aislamiento ante una discusión se convierte en un acto corrosivo que atenta contra la estabilidad de toda la dinámica familiar.

Somos Espejos

 

Es fácil ver lo que nos disgusta del otro y lo que pensamos que a esa persona le falta. Pero en realidad esas son las mismas cosas que terminan faltándonos. O que nos disgustan de nosotros mismos. Ese mecanismo de espejos se llama Proyección. Donde cada uno manifiesta las características del otro, llegándose a creer que el otro es el del problema.

Al ser cada uno espejo del otro, la convivencia se convierte en un espacio de aprendizaje personal. La madurez permite contactar el reflejo en el prójimo, a apreciar aspectos ocultos de nuestro ser. También a reconocer cómo esa otra persona nos apoya a alcanzar nuestro potencial.

Familia Saludable

 

Si el trabajo personal entre dos personas ya es retadora, mucho más lo es la dinámica familiar. Muchas personas han admitido que sus hijos llegaron para mostrarles sus lados oscuros, sus zonas de reto personal y sus oportunidades de crecimiento consciente. El trabajo en familia es el trabajo en valores, algo que requiere mucha acción consciente cada día.

En un ambiente de respeto, confianza, valoración y consciencia, es necesario que los hijos y los padres sean amigos, respetarlos antes de exigirles respeto, darles amor para recibirlo de regreso… todo esto bajo límites sanos y normas firmes que ayude a nuestros hijos a desarrollar una madurez y las fortalezas de carácter.

Pautas para la Armonía Familiar

 

  • Recordar que cada miembro de la familia es único y real, sin idealizar ni intentar cambiarlo.
  • Aceptar y respetar las cualidades individuales para orientarlas, guiarlas y desarrollarlas.
  • Valorar la espontaneidad y autenticidad de cada quien, para que pueda mostrarse sin temor.
  • Dialogar y afrontar los conflictos en familia, sin evasiones.
  • Expresar asertivamente los sentimientos. Esto incluye la ira, tristeza, miedo y dolor.
  • Apoyarse uno a otros sin crear dependencia, sin controlarse ni subyugarse.
  • Recordar lo que lo que molesta del otro, puede ser un reflejo de lo que molesta de sí mismo.
  • Ser autónomo, es decir, no depender de la aprobación del otro.
  • Dar claridad y precisión a las reglas, acuerdos y valores.
  • Ser honestos siempre. Desarrollar la lealtad y la confianza. Una relación con autoestima, deben haber celos ni búsqueda de garantías.

Recordemos que los hijos siempre sufrirán los problemas no resueltos de los padres. Por eso la línea de sanación empieza en lo personal, luego en la pareja y finalmente como familia.

Referencia: Manual de la Salud – Calidad de Vida. Colección La Vieja Medicina del Futuro.

Escrito por

Joselyn Quintero

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Asesora Financiera con especialización en Psicología Financiera y Neuroeconomía. Creadora de ArmoníaF y Mandala de Negocios. Convirtiendo el dinero en una herramienta de bondad y amor para el bienestar del mundo.

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