Cuando Aprendí a Decidir, mi Vida Cambió

Mi vida estaba hecha un manojo de caminos que tomar, que otros me señalaban como correctos. Pero me sentía como una marioneta. Hasta que aprendí a decidir por mí misma y mi vida cambió radicalmente.

Puedo comprender que estaba sumergida en un mar de miedos y angustias. Y eso me llevó consciente o no, a entregarles las riendas de mi vida a terceras personas. Literalmente hacía lo que otros me sugerían.

Muchas veces me disgustaba, sin embargo, mis temores eran mayores y sucumbía en el intento de negarme a hacerlo. En mi fuero interno me decía, que el camino no era ese. Al final de los resultados en la mayoría de las veces me sentía manipulada y por supuesto frustrada.

Así transcurrió mi vida por mucho tiempo. Hasta que metafóricamente mi barco naufragó, sintiéndome ahogada y perdida.

No fue fácil desprenderme de ese hábito, estaba muy arraigado. Por ser la hermana menor mis creencias eran que les debía obediencia a los demás. Creyendo que era respeto a los mayores de mi familia, aunque reconozco que algunas veces me sublevé.

Miedo a decidir, mucho. Pero en un momento de valentía en que mi conexión con mi esencia y con Dios llegó, me apropié del timón de mi barco. Resolví enrumbar hacia mi verdadero propósito de vida.

Hoy con mi mente más quieta y mis emociones más calmadas, les confieso que siempre decidí. Porque, el no decidir en mis actuaciones también era una forma de decisión.

Todavía siento miedo, claro que sí. Solo que ahora escojo tomar acción con determinación asumiendo las consecuencias de mis actos. Ya no le adjudico las responsabilidades a otros.

Aún me equivoco y ya no es relevante en mi vida, sé que en cada acción equivocada hay un aprendizaje. Ya no hay frustración, solo el inmenso deseo de hacerlo mejor la próxima vez. Siempre con la convicción de que será para mi bien, que me hará sentir en paz.

Decide aprender a decidir y responsabilizarte de tus acciones. En el camino se van enderezando las cargas y te sentirás mejor persona que ayer.

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