¿Cuántas veces escuchamos decir que alguien viene de una “familia humilde” cuando en realidad se trata de alguien que experimentó retos materiales en su infancia? ¿Puede esta confusión entre humildad y pobreza jugarnos en contra en la relación con lo material? En esta oportunidad vamos a desmontar las ideas dignificadas alrededor de la pobreza. Comprendiendo y ordenando la trampa de la humildad en nuestras vidas.
Valor Espiritual
La humildad representa en las religiones un valor muy importante. Relacionado con la posibilidad de entrar en el reino de los cielos. La humildad implica la ausencia de ego, deponiendo las armas con las que nos defendemos ante el mundo. Es poner la otra mejilla, sabiendo que lo más valioso nunca puede ser tomado de nosotros.
Pero con frecuencia, las situaciones materiales nos sobrepasan. Y terminamos refugiándonos en los valores espirituales para darle alivio a nuestra sobrevivencia. Es allí cuando nos anclamos a la humildad como tabla de salvación. Para lidiar un poco más con nuestros problemas. De ahí la frase de “somos una familia humilde”. O “aquí no habrá dinero, pero hay amor”. En ambos casos, hay la necesidad de anclar lo transitorio material o una identidad que permita gestionar lo adverso de mejor manera.
Anclaje de Pobreza
Luego de lo anterior, viene entonces una duda: ¿Acaso confundir humildad con pobreza puede jugarnos en contra? Efectivamente sí, pues se convierte en un poderoso bloqueo para obtener lo que sueñas, deseas y mereces.
Algo que pocas personas comprenden es que cuando relacionamos cosas que no tienen relación, creamos una cadena de creencias donde una situación se termina viendo de forma rígida. En este caso, lo que se comprendió como una situación de pobreza aliviada con un valor espiritual, termina con crear el efecto inverso. Donde el valor espiritual tiñe las decisiones materiales. De esta manera siento que mi humildad se ve amenazada cuando la pobreza desaparece de mi vida.
Es muy importante detectar estas banderillas rojas en nuestra relación con lo material. Ya que incluso es parte de nuestro bienestar básico vivir con comodidad en nuestro día a día. La trampa de la humildad es una condición mental.
De Valor a Sensación
Observar cómo nos sentimos ante una situación particular, es clave para saber desde dónde estamos gestionando nuestra realidad. También qué requiere ser atendido internamente para volver a niveles de paz, tranquilidad y plenitud personal. A veces no es tan fácil identificar las anclas mentales y las creencias limitantes. Aunque definitivamente el cuerpo siempre habla, y quien lo sabe escuchar tiene un sabio consejero a su lado.
Aquí donde estás, mereces todas las buenas cosas que la vida tiene destinada para ti. Abrir los brazos, la mente y el corazón, es el primer gran paso para vivir una experiencia material que no amenace nuestra esencia espiritual. No caigas en la trampa de la humildad y permítete lo bueno que ya existe en ti y para ti.
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