El camino puede ser repetitivo, la naturaleza siempre tiene sus ritmos. Los ciclos lunares, las estaciones, los días de la semana, las notas musicales, el Fibonacci en plantas, flores. En general, estamos rodeados de patrones e incluso como humanos: nacer, producir, reproducirse, morir.
Estos patrones son perfectos como tal. Son proporcionales, van ampliándose pero de fondo mantienen su esencia intacta. Se dan en la mayoría de los casos queramos o no. Pero cuando se trata de la propia vida, podemos transitar el día a día casi sin darnos cuenta de ello. Simplemente dejándonos llevar por las circunstancias como un elemento más, parte del paisaje y sin libre albedrío.
Hay que observar los giros repetidos, en patrones más profundos. Por ejemplo, al establecernos metas personales, escoger pareja, relacionarnos con amigos, entre muchas cosas más. Disponemos de mayores posibilidades.
Desarrollar la capacidad de observarnos hace la diferencia entre vivir dejándose llevar como barquito de papel en alta mar o elegir aquello que contribuye al propio bienestar. Las preguntas son: ¿qué quiero? ¿cómo lo quiero? ¿cuándo? ¿qué voy a hacer para conseguirlo o evitarlo? E ir a por ello abrazando miedos y haciéndolos aliados para generar movimientos de cambio consciente.
Pasar de la felicidad a la queja es tan fácil, y viceversa. Observar qué es exactamente lo que detona cualquiera de las dos, es la clave. Si no el tiempo pasará solo en transitar inconscientemente bajo el espiral del “No puedo” o el “Por qué a mí” sin lograr expansión.
Transitar y trascender
Vivir sin estar al tanto de nuestras fases, estaciones, ritmos, puede dejarnos conformes, infelices en nuestra zona de confort. La cual tarde o temprano puede ser sacudida vigorosamente obligándonos a lo indefectible: superar nuestros propios límites. La ley natural es el cambio, es el único que permite crecer, aprender a romper con las limitaciones, en la mayoría de los casos autoimpuestas.
Observar lleva tiempo, comprender el patrón para interferirlo conlleva atención, lograr el cambio deseado perseverancia en la acción y esto puede señalar la gran diferencia entre lo que llaman Destino, vivir como barquito en alta mar o Construir tu Camino, desarrollando la mejor y más feliz versión de ti mismo.
Que los cambios sucedan puede que dependa o no directamente de sí mismo, pero el cómo asumirlos sí depende exclusivamente de uno.
La transición podría convertirse en un proceso consciente menos instigador o doloroso si se presta la atención necesaria. Así no se tendría porque esperar la caída estrepitosa, sencillamente porque se han tomado previsiones, y llevamos por decirlo de alguna forma, suelas anti resbalantes ante las eventualidades esperadas de nuestros ciclos.
Ahora bien, si de pronto llegase el invierno en forma inesperada totalmente, siempre se tendrá la certeza que le sigue primavera. Comprender que es parte, que pasará e incluso que volverá, ayuda a interferir el Fibonacci de una forma dócil y amorosa. Esto nos da paz mental y permite reservar las energías necesarias para asumir el reto. Todo pasa, y el transcender nos recuerda constantemente que estamos vivos, a merced de algo mayor que funciona perfectamente como todos los patrones del Universo, incluso en un Girasol.
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