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¡Cuando Perdí lo que me daba Seguridad!

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¿Alguna vez has soñado que caes y esa caída no tiene fin? Pues esa sensación la sentí cuando perdí lo que me daba seguridad. Y ocurrió como cuando ordenas piezas de dominó y dejas caer una para que en serie vayan cayendo las demás.

Y es terrible lo que sentí, cada vez que perdía algo o a alguien, mis pensamientos iban y venían con mayor intensidad. También con gran desesperanza.

En esos momentos aparecía la consabida pregunta ¿por qué a mí?

Mucho antes de que sobreviniera esa avalancha de sucesos nefastos, aunque  hoy reconozco que fueron lecciones de vida para enseñarme. Hasta ese entonces, me sentía una mujer plena y lo que me proponía lo lograba.

¿Y qué fue lo que pasó?

 

 

En artículos anteriores les hablé de mis miedos, mis inseguridades y mis temores. También de cómo logré hacer de ellos mis más grandes aliados.

Fueron los miedos los que me hicieron sentir que iba en caída libre hacia el despeñadero de mi vida.

Aunque los sucesos ocurrían a mi alrededor y no dependían de mí, las respuestas ante ellos sí. Tuve que tocar fondo para comprender que pensando y respondiendo de la misma manera obtendría los mismos resultados.

Y ese fue el cambio que me propuse activar para darle un giro a mi vida. Fui pasando la película y en cada situación, que antes veía como adversa comprendí y asimilé que detrás de ella había algo que aprender y trascender.

Aprendí a vencer mis miedos y también a ver el lado amable de las cosas, personas y sucesos en torno a mí. Ya las preguntas fueron otras, ahora me digo ¿Qué lección te deja eso? ¿Cuál es la enseñanza? ¿Para qué te sirve lo que te está ocurriendo?

Y el panorama cambió, mis percepciones y las perspectivas ante un hecho son más amables, más agradables, menos intensas y soy más agradecida. Esto ha marcado la diferencia, cuando aprendí a agradecer el lente con que miraba las cosas se volvió más nítido.

Sé que ahora practico la resiliencia como un hábito, con disciplina y constancia y siguen ocurriendo cosas en mi entorno, solo que ahora respondo diferente, lo cual me llena de paz, calma y felicidad.

Aprendí que es cuestión de decidir si te estancas en la pose de víctima o aprovechas la circunstancia como una oportunidad de surgir.

Vale la pena intentarlo, bien vale la pena.

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