La Niñez es una Transición

¿Alguna vez has pasado por un cambio importante de tu vida? ¿Durante ese proceso te sentiste poco apoyado porque quienes amas? La vida es un movimiento y cambio constante. Cada nueva perspectiva, es una transición diferente.

Estos cambios son tan variados como nosotros mismos. Pueden ser agradables, que representen cosas que has soñado. Algunas por la que has trabajado. O pueden ser no tan agradables como un divorcio por ejemplo. Lo que sí es invariable es que nos ayuda mucho recibir el apoyo de nuestros  seres queridos, sobre todo si es una situación que nos abruma.

Ponte en su lugar

Los seres humanos somos una especie animal más dentro de la diversidad de nuestro planeta. Tenemos el privilegio de poseer un cerebro con inteligencias que otros no poseen. Por evolución natural este beneficio requeriría una cabeza cada vez más grande. Pero a su vez una pelvis más pequeña para permitirnos caminar erguidos, nacemos con el cerebro a medio construir.

Por lo que nuestras crías tardan mucho más en aprender a caminar que cualquier otro mamífero. Ningún otro animal requiere que le alimenten y protejan durante tantos años. No hay ningún otro animal que necesite más de un año simplemente para agarrarse de su madre.

¿Recuerdan la máxima de tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti? Esto es algo que nos cuesta aplicar mucho con nuestros hijos. Tranquila, no estoy acusando a nadie de ser mal padre/madre. Solo digo que en nuestro afán de ser buenos padres, muchas veces se nos olvida empatizar con el proceso que está viviendo el niño.

Empatizar, ponernos en el lugar de ellos, tratando de comprender cómo están experimentado ellos esa situación en particular. Les exigimos conductas desde nuestro cerebro racional o neocortex olvidando que quizás por su edad, ellos solo están procesando todo desde su cerebro límbico, como por ejemplo cuando exigimos a niños pequeños (0 a 7 años) que no hagan “berrinches”.

Los invito a ponerse en el lugar de sus hijos, ante situaciones retadoras, tratar de entender cómo ellos están viviendo esa situación con su cerebro en construcción, ver la crianza como una pequeña transición en la vida de ese ser que el universo nos confió para cuidar y en vez de creer que tenemos que arreglar al niño y convertirlo en adulto de bien, accionar desde la compresión de su proceso.

Acompañarlos en su transición

Acompañarlos en su transición hacia la adultez, teniendo la certeza de que le estamos dando lo mejor de nosotros, aquellas herramientas, valores que sean la catapulta que les permita manifestar lo que son, seres maravillosos, completos, únicos, irrepetibles en proceso evolutivo como nosotros.

Tratarlos como nos gustaría que nos trataran a nosotros en medio de procesos que están fuera de nuestra comprensión, permitir que cometan errores para que aprendan de ellos sin juzgarlos por fallar. De modo que esa transición que solo representa un pequeño tiempo en nuestras vidas, la recuerden sabiéndose comprendidos y amados, atrayendo en su adultez a otras personas que le ofrezcan lo mismo.

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