La gratitud

La Gratitud al Dar y al Recibir

Joselyn Quintero Armonía Financiera 1 Comment

En el mundo del dinero, somos lo que sentimos, no lo que decimos. Con frecuencia veo a las personas haciendo transacciones financieras como quien siente que le roban un riñón. Son seres con un terrible apego al dinero que generan. Y justo son los mismos que luego se preguntan por qué no reciben suficiente o por qué el dinero no se queda en sus vidas. Aquí hablaremos de 2 formas como el agradecimiento nos ayuda a circular el dinero desde el amor, y no desde el miedo.

La Gratitud es Expansión

 

Agradecer antes de recibir es un camino de flores que le da la bienvenida a aquello que deseamos. Muchas personas esperan el dinero desde la angustia, el estrés y la tristeza por lo poco que va a durar en sus cuentas o sus bolsillos. ¿Te imaginas recibir alguien en casa con la tristeza de que se irá? Difícilmente alguien piense tan siquiera en tocar la puerta. Con esa emoción tan oscura nadie puede existir, ni siquiera tu dinero.

¿Cómo cambiarlo?  Recibe tu dinero como un buen vecino. Ese al que le abres la puerta con alegría y a quien también despides con la misma alegría, para que siempre regrese.

 La Gratitud es Reconocimiento

 

Cuando pagamos por un servicio o un producto, estamos honrando el tiempo que la otra persona (u otras personas) han dedicado a colaborar en nuestro bienestar. No pagas un recibo por deuda, sino por un beneficio que mejora tu vida y la de los tuyos. Es muy triste ver a la gente que se engancha con sus proveedores ante las pequeñas diferencias de precios.

¿Cómo cambiarlo? Ante todo reconoce que el servicio o producto fue elección tuya. Perdónate si realizaste una elección errada y prométete ser más cuidadoso con quien negocias. En caso de que hayas recibido todo perfectamente, enfócate en lo que recibes y entrega tu pago desde la gratitud.

Como ves, el dar y recibir debería moverse con la misma energía, pero al nosotros vivirlo de forma desbalanceada, los flujos se van desequilibrando en nuestra vida. Aprendamos a ser como el corazón, que bombea sin poner juicios y sin aferrarse a la sangre que le da vida.

Seamos agradecidos no sólo con lo que tenemos, sino también con lo que viene en camino.